Los modelos básicos de intervención están
caracterizados por el tipo de orientación que ofrecen, en función del tipo de
acciones que se realizan y la finalidad que persiguen con las mismas. Dentro de
los modelos básicos se distinguen según Hernando, Martín y Montilla (2009):
- Modelo Clínico o de counseling. Este modelo se caracteriza por realizar intervenciones directas e individuales, por lo que propone al orientador como terapeuta. Se centra en el sujeto con carácter eminentemente terapéutico. Se basa en la relación orientador-orientado, como cliente o alumno, y se basa en la utilización de la entrevista personal y diagnostico como técnicas principales y única alternativa a la acción orientadora para así lograr las necesidades personales, educativo y socio-profesional del sujeto. De esta manera el orientador asume toda la responsabilidad pues es él quien dirige todo el proceso, por lo que cobra gran importancia las características personales y la preparación técnica del profesional de la orientación.
Entre las características más
importantes del modelo destacan:
- Se enmarca
en el referente teórico de los enfoques clásicos de la orientación de rasgos y
factores y el counseling no directivo.
- Se centra en
una relación de ayuda, terapéutica.
- El objetivo
que persigue es la satisfacción de necesidades personales y educativas.
- Las técnicas
por excelencia para la intervención individualizada son la entrevista y el
diagnostico, aunque a esto subyace la comunicación interpersonal como
estrategia base.
En cuanto a las fases del modelo
son 4:
- Solicitud de
ayuda por parte del cliente.
- Realización
del diagnóstico.
- En base al
diagnóstico se lleva a cabo el tratamiento.
- Seguimiento.
Isaacson (1985) especifica 3
áreas en las que el orientador debe estar preparado en profundidad:
- Destrezas de
escucha y comprensión hacia el cliente.
- Conocimiento
de la estructura del mundo ocupacional.
- Ayuda al
individuo para que se autoconozca y afronte responsablemente los procesos de
toma de decisiones.
Alvarez Rojo (1994) recoge varias
críticas realizadas a este modelo:
1. Las intervenciones de los
servicios de orientación se han dirigido casi exclusivamente al alumnado y
mayoritariamente al que presenta algún tipo de problema.
2. Las intervenciones tienen un
carácter reactivo frente a problemas ya presentes y se dan pocas intervenciones
de tipo preventivo.
3. Refleja la ausencia frecuente de
una contextualización de los problemas y de las intervenciones, lo cual es
debido a que los servicios no son parte de la institución, no participan de los
objetivos de la misma y sólo actúan cuando son requeridos por el cliente,
siendo su intervención puntual.
- Modelo de Programas. Se trata de un modelo intervención grupal que se propone anticiparse a los problemas y su finalidad es la prevención de los mismos y el desarrollo integral de la persona. Por tanto, plantea la acción orientadora directa y grupal, y por el ello el orientador como colaborador.
En cuanto a las características y
tendencias del modelo de programas según Bisquerra (1988) son:
- La tendencia
actual se dirige hacia los programas de tipo comprensivo, que incluyan las
diversas áreas en un todo interrelacionado.
- En ocasiones
estos programas aparecen integrados en un programa más general del centro.
- Para su
puesta en marcha cuentan con personal docente y orientador, así como los
recursos materiales del centro.
- Estos
programas asumen además de la intervención individual y grupal, otros aspectos
y actividades de tipo comunitario.
- Los recursos
del centro y de la comunidad son cada vez más amplios y eficaces.
- Son
programas dirigidos a alumnos y padres.
- En la
integración en el currículum de elementos de la orientación pueden surgir
dificultades propias de la falta de coordinación.
- Se cuenta
con la colaboración de padres, paraprofesionales, empresarios, sindicatos, etc.
Características destacadas del
trabajo por programas en un centro educativo según Montané y Martínez (1994):
- Total
integración y colaboración del rol del orientador con la institución educativa.
- En cuanto a
la planificación, se pretende conseguir objetivos de centro.
- Los recursos
lo componen el propio centro y su entorno.
- Constituyen
procesos integrados en el currículum permiten y fomentan el trabajo en equipo y
hacer que todos los componentes conozcan los contenidos de orientación.
- Incluyen y
estimula la evaluación formativa.
- Permite una
intervención preventiva, grupal y proactiva.
Las fases de la que consta la
organización del modelo de programas varían en función de los distintos
autores. A continuación se expondrá la propuesta estructurada en siete fases de
Bisquerra (1998):
Ventajas e inconvenientes del
modelo de programas (Hernando, Martín y Montilla, 2009).
- Modelo de consulta. Sus orígenes se remontan al modelo clínico. A través de este modelo se llevan a cabo intervenciones indirectas, lo cual es la diferencia fundamental con el modelo clínico, ya que lo que se propone es asesorar a mediadores para que sean ellos los que lleven a término programas de orientación.
La relación que se establece es triádica, pues se constituye una relación
entre consultor-consultante y consultante-interesado. De esta manera el
consultante actúa como mediador y realiza una intervención directa,
mientras que el consultor presta su ayuda de forma indirecta.
De esta manera se pretende aumentar la competencia y desarrollo de
habilidades de los profesores en el ejercicio de la acción tutorial alumnos.
Así los profesores, a su vez, orientan posteriormente al alumno o grupo
de alumnos con los que interactúa.
Según Caplan (1970) para que se concrete dicha relación se sigue un
proceso que integra cuatro fases:
- Información y clarificación del programa.
- Diseño de un plan de acción.
- Ejecución de las actividades previstas en dicho plan y evaluación del
mismo.
- Aportar sugerencias al consultante.
Metas de básicas de la consulta:
- Aumentar la competencia del
consultante en sus relaciones con un cliente. El cliente puede ser una persona,
un grupo o una organización.
- Desarrollar las habilidades del
consultante para que en un futuro sea capaz de resolver problemas parecidos por
sí mismo.
Hay dos conceptos que aparecen
ligados a este modelo: “consulta
colaborativa”, que hace referencia a la
relación de igualdad, y el “contexto
de la colaboración” que permite establecer
la relación de consulta
contextualizada.
En definitiva, bajo este modelo el
orientador se convierte en el
dinamizador de la acción ya que facilita las
competencias adecuadas para
que las funciones se desarrollen de forma
compartida. No debe
intervenir directamente con el alumno, padres y profesores y
no sólo eso,
sino que se convierte efectivamente en asesor, consultor y
formador sin
abandonar otras acciones.
Fases del modelo propuesta por
Gutkin y Curtis (1982):
- Definición y clarificación del
problema.
- Análisis de las fuerzas que afectan
al problema.
- Posibilidad de estrategias y
alternativas.
- Evaluación de las posibilidades
anteriores.
- Especificar las responsabilidades de
consultante y consultor.
- Ejecutar la alternativa elegida.
- Evaluar la efectividad de la elección
y modificarlo, si es preciso.
Dentro del modelo de consulta, nos encontramos
otros modelos que
asumen distintos enfoques y estrategias de intervención:
- Enfoques de salud mental.
- Enfoques conductuales.
- Enfoques de desarrollo de la organización.
- Enfoques psicoeducativos.
Para terminar, decir que este modelo
se acerca a la concepción
constructivista de los procesos de enseñanza-aprendizaje
y permite
intervenir desde los tres principios básicos de la orientación: prevención,
desarrollo e intervención social, además de favorecer la función de agente
de
cambio que se le reconoce al orientador. Por tanto, es un modelo
idóneo para desarrollar
adecuadamente la orientación y estimular que ésta
es un proceso compartido por
todos los agentes educativos (Hernando,
Martín y Montilla, 2009).
Prevalencia de los
modelos básicos en los centros educativos.
En cuanto a la
prevalencia de los modelos anteriormente descritos en los
centros educativos,
el Modelo Clínico o de Counseling tendría una
prevalencia de utilización de un
10%, puesto que se trata de un modelo
que prioriza la acción individual y
directa, establece una relación
terapéutica entre el alumno y el orientador. Esta
cuestión creo que puede
ser favorable para situaciones en las que el alumno
necesita una
intervención directa para la solución de algún problema, pero no
deja de
ser insuficiente ya que si algún alumno tiene problemas en el centro
educativo se haría necesaria la participación e intervención con los demás
sectores de esta comunidad, como por ejemplo los compañeros, maestros,
dirección,
familia, etc.
Por otro lado, el
Modelo de Programas tendría una prevalencia de un 30%
en los centros educativos,
pues se trata de un modelo muy
completo en el que se fomenta la prevención,
el desarrollo social y la
intervención social, a la vez que proporcionar un carácter
formativo,
social y laboral a la orientación. Para conseguir estos objetivos se
analizan las necesidades del centro educativo para posteriormente
planificar
una serie de actividades y realizarlas, en un tiempo
determinado. Para ello se
hace necesario una serie de materiales y
recursos. Todo ello resulta un trabajo
largo en el que se necesita la
implicación de todos la comunidad educativa,
aparte de recursos
materiales y humanos para que se desarrolle el programa con
éxito, lo
cual considero que puede ser un poco difícil coordinar todo y que los
resultados no sean inmediatos puede llevar a la desmotivación del
personal.
Además creo que también se hace necesario, a veces,
intervenciones individuales
dependiendo de las circunstancias que
presenten los alumnos.
Por último, el Modelo
de Consulta tendría una prevalencia de un 60% en
los centros educativos. Sería
el modelo más utilizado ya que realiza
intervenciones indirectas para fomentar e implicar a otros
profesionales en la orientación como son los padres,
tutores, maestros,
etc; puesto que ellos son lo que más contacto directo mantienen
con los
alumnos, actuando así el orientador como asesor con estos
intermediarios
y dotándoles de estrategias necesarias. Además pienso que los
alumnos
para comunicar cualquier tipo de problema les puede resultar más fácil
y
cómodo dirigirse a estos mediadores ya que, en general, debido a ese
continuo
contacto, se mantiene un clima de confianza.
Este modelo también se
basa en los principios de prevención, desarrollo e
intervención social, lo cual
creo que es muy importante en un centro
educativo que se desarrollen estas 3
acciones, sobre todo la prevención
ya que ello evitará en un futuro que se den
ciertos problemas o
aminorarlos.
Referencias.
- Álvarez Rojo, V. (1994) Orientación Educativa y Acción Orientadora. Relaciones entre la teoría y la práctica. Madrid:EOS.
- Bisquerra, R. (1998). El constructivismo. En R. Bisquerra (Coord.), Modelos de Orientación e intervención psicopedagógica. (pp. 551-555). Barcelona: praxis.
- Caplan, G. (1970). The theory and practice of mental healyh consultation. Nueva York: Basic Books.
- Montané, J. y Martínez, M. (1994). La orientación escolar en la educación secundaria. Madrid. PPU.
Referencias.
- Álvarez Rojo, V. (1994) Orientación Educativa y Acción Orientadora. Relaciones entre la teoría y la práctica. Madrid:EOS.
- Bisquerra, R. (1998). El constructivismo. En R. Bisquerra (Coord.), Modelos de Orientación e intervención psicopedagógica. (pp. 551-555). Barcelona: praxis.
- Caplan, G. (1970). The theory and practice of mental healyh consultation. Nueva York: Basic Books.
- Hernando G. A., Martín M. A. y Montilla C. C., 2009. Psicología de la Orientación Escolar. Universidad de Huelva.
- Isaacson Gámez, R. A (1996). El rol del orientador de secundaria como agente de cambio interno. Kikiriki, 41, 32-41.- Montané, J. y Martínez, M. (1994). La orientación escolar en la educación secundaria. Madrid. PPU.
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